- ¡Hola!
- Che nos atropellaron a la Morocha.
- ¿Qué? Pero… ¿como esta?
- No, no. Nos mataron a María.
- Nooo… ¿y Lucas? ¿Donde esta?
- Iban juntos cruzando la calle también esta muerto.
Un año paso de aquella puta mañana. Un año y nosotros acá.
Quizás lo que espera el morbo es que contemos nuestro dolor. Mirarle los ojos, tomarle el pulso. Si es posible robárnoslo para hacerle radiografías ecografías, sacarle sangre…
Pero, no. No será así.
Eso es sólo un instante que nada puede hacer contra los años que vivieron los chicos.
A los dos días de aquel 16 de marzo, después de llorar sin que se mitigue en nada nuestro dolor, comprendimos con la ayuda de María y Lucas que lo mejor que podíamos hacer era recordarlos. Y aparecieron los recuerdos de los pibes y se adueñaron de nuestro dolor y le dieron la forma que ellos querían.
Ese día, no abrió un abismo en nuestras realidades, sino un infinito que no puede ser sino bello. La ausencia es tremenda, trágica, ningún adjetivo alcanza para decirlo. Pero ellos no están ausentes, desde lo que fueron se nos vienen todo el tiempo a acompañarnos, a no dejarnos jamás sólos, y sobre todo a divertirnos. Sus chistes, sus bromas, están dando vuelta alrededor nuestro.
Cuando alguien nos nombra a Lucas y a María, la cara se nos llena de alegría, y nos desesperamos por contarle mil anécdotas divertidas, o contarle los libros que leían, la música que escuchaban, los papeles que pegaban en sus casas. Desde allá atrás, un año atrás, ellos están con nosotros cada día. Está cantando la Morocha canciones de Liliana Felipe, el Lucas diciendo, respetando el tono de voz por supuesto, capítulos enteros de los Simpson. Hay chistes que lo hacemos para ellos. Imaginando su risa, sus carcajadas…
Un año con ellos. Como el día que Graciela nos invitó a la misa que se hizo en honor a los chicos. Jamás pudimos concentrarnos en ese lugar absolutamente ajeno a nosotros, pensando como se estarían cagando de risa los pibes desde donde estén. Están con nosotros en el parquet, en las aulas. Están siempre están.
También están para decirnos que hay que seguir luchando. Para indicarnos cuáles son los problemas. No nos permiten bajar los brazos. Nos invitan obligándonos a pensar y actuar. Porque ellos lo comprendieron siempre.
Por eso marchamos, por eso reclamamos. No lo hacemos por venganza, ni por sacar a pasear nuestro dolor por las calles. Lo hacemos porque sabemos, porque ellos lo sabían, que si no se hace algo va a haber mil accidentes más como el de los chicos. Y mil dolores más. Y mil marchas más. Y mil monolitos más.
No los vamos a perdonar, ni estos ni ningún otro muerto por este motivo. Porque el 6 de marzo atropellaron a una chica, que quiso el destino que algunos de nosotros la conociéramos, en el mismo lugar donde asesinaron a María y a Lucas. ¿No nos escucharon durante un año reclamando y denunciando que iba a volver a pasar?
Lo decimos devuelta, ahora: Sino se hace algo va a volver a pasar. Se tiene que hacer y ya.
María y Lucas, son más que un estereotipo de víctimas del tránsito. Se los puedo asegurar. Son nosotros. Nosotros marchando. Nosotros sonriendo. Nosotros recordando. Nosotros no olvidando y no perdonando.
María y Lucas estarán siempre en nuestras manos, en nuestros gestos, en nuestro pulso…
- Che nos atropellaron a la Morocha.
- ¿Qué? Pero… ¿como esta?
- No, no. Nos mataron a María.
- Nooo… ¿y Lucas? ¿Donde esta?
- Iban juntos cruzando la calle también esta muerto.
Un año paso de aquella puta mañana. Un año y nosotros acá.
Quizás lo que espera el morbo es que contemos nuestro dolor. Mirarle los ojos, tomarle el pulso. Si es posible robárnoslo para hacerle radiografías ecografías, sacarle sangre…
Pero, no. No será así.
Eso es sólo un instante que nada puede hacer contra los años que vivieron los chicos.
A los dos días de aquel 16 de marzo, después de llorar sin que se mitigue en nada nuestro dolor, comprendimos con la ayuda de María y Lucas que lo mejor que podíamos hacer era recordarlos. Y aparecieron los recuerdos de los pibes y se adueñaron de nuestro dolor y le dieron la forma que ellos querían.
Ese día, no abrió un abismo en nuestras realidades, sino un infinito que no puede ser sino bello. La ausencia es tremenda, trágica, ningún adjetivo alcanza para decirlo. Pero ellos no están ausentes, desde lo que fueron se nos vienen todo el tiempo a acompañarnos, a no dejarnos jamás sólos, y sobre todo a divertirnos. Sus chistes, sus bromas, están dando vuelta alrededor nuestro.
Cuando alguien nos nombra a Lucas y a María, la cara se nos llena de alegría, y nos desesperamos por contarle mil anécdotas divertidas, o contarle los libros que leían, la música que escuchaban, los papeles que pegaban en sus casas. Desde allá atrás, un año atrás, ellos están con nosotros cada día. Está cantando la Morocha canciones de Liliana Felipe, el Lucas diciendo, respetando el tono de voz por supuesto, capítulos enteros de los Simpson. Hay chistes que lo hacemos para ellos. Imaginando su risa, sus carcajadas…
Un año con ellos. Como el día que Graciela nos invitó a la misa que se hizo en honor a los chicos. Jamás pudimos concentrarnos en ese lugar absolutamente ajeno a nosotros, pensando como se estarían cagando de risa los pibes desde donde estén. Están con nosotros en el parquet, en las aulas. Están siempre están.
También están para decirnos que hay que seguir luchando. Para indicarnos cuáles son los problemas. No nos permiten bajar los brazos. Nos invitan obligándonos a pensar y actuar. Porque ellos lo comprendieron siempre.
Por eso marchamos, por eso reclamamos. No lo hacemos por venganza, ni por sacar a pasear nuestro dolor por las calles. Lo hacemos porque sabemos, porque ellos lo sabían, que si no se hace algo va a haber mil accidentes más como el de los chicos. Y mil dolores más. Y mil marchas más. Y mil monolitos más.
No los vamos a perdonar, ni estos ni ningún otro muerto por este motivo. Porque el 6 de marzo atropellaron a una chica, que quiso el destino que algunos de nosotros la conociéramos, en el mismo lugar donde asesinaron a María y a Lucas. ¿No nos escucharon durante un año reclamando y denunciando que iba a volver a pasar?
Lo decimos devuelta, ahora: Sino se hace algo va a volver a pasar. Se tiene que hacer y ya.
María y Lucas, son más que un estereotipo de víctimas del tránsito. Se los puedo asegurar. Son nosotros. Nosotros marchando. Nosotros sonriendo. Nosotros recordando. Nosotros no olvidando y no perdonando.
María y Lucas estarán siempre en nuestras manos, en nuestros gestos, en nuestro pulso…
Amigos de Lucas y María
16 de marzo 2009, Bahía Blanca
16 de marzo 2009, Bahía Blanca
3 comentarios:
mmm... cuando las palbras quizá no tienen mucho para significar... y menos que menos, para ser isomórficas con los senti-pensamientos, ¡qué bueno es escuchar las tuyas! que son siempre, lo opuesto a eso.... al menos en algun juego del lenguaje existencial.
te mando un abrazo! y a todos los que fueron... y los que van siempre a marchar... solo por marchar... pero no solo por eso.
"INOLVIDAR, es más dificl que recordar... es evocar, sentirse triste y llorar" (o reir, por qué no?)
Esa frase es mía :P
salud y saludos... y paz vasco.. mucha paz que el cosmos tiene de sobra!...
la justicia es hija del tiempo...
y los hijos de p... son hijos de p...
y el tiempo que tienen es más efímero que el nuestro...
o tal vez no
pero no lo vamos a saber ninguno
eso sí es justo...
justo eso.
solo eso...
abrazos!
Vasco
Muy Emotivo....sin perder lucidez y optimismo.
A pesar de no haber sido amigo de Lucas y María, me emocioné al escuchar tu discurso, leído desde el corazón.
Un Abrazo.
Justicia Por Lucas y María.
gracias gente... realmente me costo mucho escribir el texto. fue lo que mas me costo escribir en mi vida. al terminar de hacerlo quede desquisiado, me dolia el cuerpo, me dolia todo...
pense que habia quedado mal. despues de leerlo me senti mejor porque vi que todos habian comprendido lo que quise decir, i vi con mas alegria que era lo que pensaban la mayoria. i yo hable en nombre de todos creo...
mil gracias por estar
como dije en el texto creo que maria y lucas ahora somos todos nosotros, por esto no es raro que te emosiones agus
un gran abrazo
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