sábado, 11 de octubre de 2008

Hay que tenerle paciencia al mundo. Los libros aparecen solos.

por álvaro l. urrutia
Las tardes de los domingos a pesar de su mascara de pasividad siempre nos exigen más. Un paseo implica algún dinero, que se suele no tener, por eso la idea de invitarla a ir al mercado de Las pulgas fue inevitable. Solo una cosa no tenia que suceder, y sucedió. Entre ropa usada, cds, picaporte, tornillos, maquinas de coser... descansaban, por la indiferencia de los miles que pasaban por ahí, una montaña de libros viejos, que se caracterizaban por estar sucios, manchados, deslomados... Y ahí se me presentaron ellos dos, largamente buscados por mí, abandonados entregando a los que lo vieran la facilidad de desdeñarlos, como su mismo personaje Adrian Zograff. Con 2$ que era el capital que tenia, y 4$ que me presto Celeste, pude hacerme de: “Mi tío Anghel” y “Los Aiducs” (Ediciones modernas Jasa, Buenos Aires,1944) de Panait Istrati. Quede parado en el tumulto de gente, con mis dos tesoros guardados en el morral por miedo a que alguien me robe las novelas deslomadas, color beige con manchas marrón y olor a tierra y a calle; pensando en lo análogo de la suerte que corrieron estos dos libros con su autor rumano, que abandono su humilde hogar a los doce años para viajar vagabundeando por Europa comprometido con la realidad y las luchas sociales. Sus personajes corren su misma suerte y, según parece, también las escasas ediciones de su obra. Vuelvo a casa endeudado pero sabiendo que es el inicio de un dialogo inesperado con Panait.
Deje pasar unos meses para regresar al mercado de Las pulgas, esta vez no fue en el piso sino en una mesa donde se dejo ver el libro amarillento de Ricardo Rojas “OLLANTAY. Tragedia de los andes” (Ed. Losada, Buenos Aires, 1949), que por tan solo 4$ me lo pude llevar. El escritor de “El santo de la espada” recrea, haciendo llegar hacia estas pampas la estirpe de los hijos de la luna, la tragedia Quechua de mediados del siglo XV, de la que se conserva una versión escrita de 1770 de Antonio Valdés, “Ollantay. Drama Quechua-Español.”, que casualmente había comprado el 22 de enero, cuando se cumplían dos años de gobierno del aymará Evo Morales Ayma, en La Paz en el mercado del Pasaje Peatonal Franz Tamayo a 4Bs (a 2 $ argentinos)
No soy bueno para las cuentas, pero creo que voy 12$. Me sobran 8 mangos, con el perdón de DZO, me sentare a leer lo adquirido y me comprare un vino y celebrare el comienzo de un nuevo ciclo, de un nuevo año según nuestras culturas originarias, arrojándole el primer sorbo a la Madre Tierra, y brindare por Panait Istrati, por Ricardo Rojas y por el rebrotar de nuestras raíces.
Tendré un rato de felicidad riendo por haber burlado esta vez, al menos, el puto mercado editorial. Mañana seguiré caminando, esperando un nuevo mimo de las casualidades.

26 de julio, 2008


(Texto publicado en Dazebao. Periodismo, cultura y sociedad. Año 2 - Nro. 5 -Julio de 2008)

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